lunes, 15 de agosto de 2011

Leyenda de la flor del ceibo

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Cuenta una antigua leyenda del noreste argentino, que la Flor del Ceibo es un alma india llamada Aca-é Aca-é según la tradición, era la india más fea de una tribu guerrera e indómita, que vivía a orillas del majestuoso Paraná, pero si la joven indígena era fea, en cambio su voz era la más dulce de cuantas había escuchado sus hermanos, hosca y rebelde Aca-é había albergado en su espíritu toda la bravura de una raza muerta por la furia invasora de los conquistadores españoles.
Según viejitos de esta región , relatan que esta leyenda les llegó a ellos en forma oral y que viene transmitiéndose de generación en generación y dice que un día Aca-é la indómita, la rebelde fue hecha prisionera pero poco tiempo estuvo en prisión, ya que logró huir, perseguida fue nuevamente cautiva pero habiendo dado muerte a sus centinelas, una noche fue condenada a morir en las llamas, colocado su frágil cuerpo entre las ramas de un viejo árbol y de anchas hojas quedó envuelta entre los rojos resplandores de la hoguera, quienes asistieron al martirio observaron poco después que el cuerpo de la joven india se iba tornando ígneo y adquiriendo extraña forma, el árbol también iba sufriendo un proceso singular, algo así como una vuelta a la fragilidad, las primeras luces de la aurora iluminaron una flor de ceibo una nueva planta había nacido en el suelo patrio.
Desde entonces la flor de ceibo encarna el alma pura y altiva de una raza que ya no existe, su soledad significa el recuerdo de los que supieron morir y no ha nacido para lucir en ningún pecho humano, es la flor triste de la veneración y en su forma viva, palpita una oculta ternura, es el alma de Aca-é, la indomable, la princesa fea la de la dulce voz, que anida en la flor de ceibo, la que ella creara con su martirio y su amor a la libertad.
Letra:
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.

Defendiendo altiva tu indómita tribu
fuiste prisionera;
condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera,
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor
y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.

Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.

Autor: José Osvaldo Sosa Cordero



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